Otra parte de mí
La gente poco a poco se va conociendo. Nunca llegan a conocerse del todo, pero de parte en parte se logra una buena aproximación. (Para los matemáticos, es como las integrales, vas sumando infinitas partes pequeñas que entre todas dan el total).
Ayer escribí algo sobre mí en este blog, tan solo una parte de mí. Escribirlo todo sobre mí sería tan complicado como escribirlo todo sobre cualquier otra persona, pues cada cual es un mundo. Se que hay quienes creen que no dan ni para escribir un cuento pero no es así. De cada ser humano se puede escribir una novela. Y si no pregúntenle a mi amiga Liset, que hace poco se puso a pensar "cuánta historia no habrá detrás de cada personita de este mundo" y de todos los libros humanos que pudieran escribirse. Así que para aquellos que se creen aburridos, como yo lo creí alguna vez, sepan que están equivocados. Si se miran bien por dentro, van a encontrar un libro.
Y bueno, volviendo al tema original, que me estaba yendo por la tangente. Mi intención era hablar un poco más de mí, no de los demás. Aparte de blancuzo, preguntón y complicado, soy también un poco tímido e introvertido, aunque no faltan quienes dicen que soy un zorro, que los más calladitos son los peores, que me hago el muerto para ver el entierro que me hacen, etc. Aunque no creo que sea tanto así, es cierto que comemierda no soy, y es que hay gente que confunde la timidez con la comemierdería.
También soy regado, empezando por las ideas en mi cabeza y terminando por el cuarto (habitación, para los que no son de Cuba). Mi cuarto es por lo general un clásico escenario de operaciones militares. Y una vez, sólo una vez cada cierto tiempo, lo recojo. Lo mismo cada dos que cada cuatro semanas o hasta más, dependiendo de a donde llegue mi haraganería o de la cantidad de cosas que tenga por hacer.
Y hablando de cosas por hacer, por lo general tengo muchas. El tiempo no me alcanza y no creo que sea el único en esto. A veces quisiera que me regalaran las seis o siete horas que uso al día para dormir. Creo que con eso resuelvo mi problema, aunque quizás no. Seguro me busco más cosas que hacer y entonces se me llena de nuevo la agenda y ya sin remedio.
¿Que qué cosas hago? Lo mismo un libro que me estoy leyendo (hace ya tiempo que no me puedo dar el lujo de llevar dos a la vez) o alguna serie banal y Hollywoodense de esas que no enseñan mucho pero enganchan (dígase 24 horas, Prison Break o Dr. House). Además tengo mi trabajo formal y otros usualmente más importantes por la izquierda, que son los de verdad. Y tengo una vida, por supuesto, con familia, amigos, cumpleaños, novia y salidas recreativas incluidas, y una cuota de cervezas que consumir al mes con sus respectivas resacas.
Tengo también una cocina en casa a la que de vez en cuando hay que hacerle caso si no quieres que el estómago te hale las orejas. Y tengo además la casa en donde se encuentra esta cocina. No es gran cosa pero tampoco es una mierda, y hay que mantenerla. Eso aquí en Cuba lleva tiempo y recursos de todo tipo, pues mantener una casa es un proceso que se lleva a cabo casi exclusivamente por la izquierda.
Y para que vean que soy yo el del problema, con tantas cosas por hacer y tan poco tiempo para hacerlas, me busco por demás la complicación de escribir un blog sin aparente necesidad. Un blog que sólo sirve para... ¿Saben? no me había puesto a pensar conscientemente y en alta voz para qué escribo un blog, de qué me sirve. Supongo que en el fondo lo se, o al menos eso espero.