lunes, junio 25, 2007

Enfriamiento local


Sin preámbulos lo digo, he montado en un ómnibus de transporte urbano de La Habana, de los de 40 centavos... con aire acondicionado.

No, no vuelva a leer la línea anterior. Yo se lo repito si quiere. Yo he montado muy recientemente un ómnibus de 40 centavos, del transporte urbano regular de esta ciudad, y estaba encendido -y enfriando- el aire acondicionado. Espero que quede esto claro ahora, no importa si lo creen o no.

Había bastante calor ayer cuando me monté, y de esto pueden dar fe cualquiera de los que ayer estaban en La Habana. Por esto el enfriamiento local dentro del carro me vino de lo más bien. Fue una bendición, literalmente. Me sentí privilegiado, y un poco también como Alicia la del país de las maravillas, pues en este país donde ocurren cosas maravillosamente absurdas, inpensables e inimaginables, es a la vez impensable una cosa como esta.

Todavía estoy dando tumbos en mi mente tratándome de explicar lo ocurrido. Mi timidez me impidió preguntar abiertamente -cosa que debí haber hecho- al condutor o a cualquiera, si es que había viajado momentáneamente en el tiempo -o en el espacio- y había vuelto al final del viaje (qué desgracia!). La satisfacción de la baja y agradable temperatura me impidió pensar objetivamente, y más bien me limité a disfrutar de esta sensación de placer, sin dar mucho paso de momento a la incredulidad.

Fue cuando me bajé cerca del Coppelia que caí de a lleno en la cuenta de lo que me había ocurrido. Fue ahí que me percaté de que pocos me creerían tal anécdota. Habría hasta quienes al enterarse por correo electrónico, pensarían que faltó la frase "re-envía este correo a todos tus amigos y se cumplirá tu sueño de montar en La Habana un ómnibus de 40 centavos con aire acondicionado".

Así que me decidí a limitarme a contarlo sólo aquí, en este espacio virtual donde cabe lo que sea, a ver cómo se lo toman ustedes. Quizá también con la idea de que algún lector cubano, de la isla y no de fuera, pueda tener una explicación racional a esta historia. Quizá alguien más asiduo a recurrir a este tipo de transporte sepa qué puede estar pasando.

Yo por lo pronto me quedo con lo bueno, con la experiencia de haber vivido un momento posiblemente irrepetible. No importa si me creen, tan sólo como sueño puede ser agradable para muchos leer sobre esta experiencia.