jueves, octubre 26, 2006

Fluctuaciones

Cuba es un país de fluctuaciones. No en todo, claro. Hay cosas que no fluctúan en lo más mínimo, y quedan inmutables por años. La desgracia es que muy frecuentemente fluctúa lo que no conviene que fluctúe, y se mantiene estable lo que no conviene que se estabilice.

Fluctúa el voltaje y el servicio eléctrico en general. Quizá sea este el ejemplo más claro, o el que más afecta cotidianamente, aunque hay que reconocer que este último verano la mejoría fue notable, y hasta satisfactoria si se quiere, dado el estado en que estaba. Ojalá y ésta tendencia haya llegado para quedarse.

Fluctúa también la disponibilidad de determinados productos en las tiendas. Y lo que más incomoda es que cuando algo se pierde de las estanterías, se pierde en todas. Si voy a comprar puré o salsa de tomate, y luego de pasar por un par de tiendas (tres a lo sumo), aún no lo encuentro, ya se que la probabilidad de encontrarlo en otras tiendas es muy insignificante. Es parte de las desventajas de la centralización. La poca diversidad en la oferta.

También pasa con las marcas de productos. Depende del socio comercial del momento. Ahora con Venezuela y China, llueven los productos de estos dos mercados.

Y pasa también con las tensiones. Tensiones políticas, sociales, culturales y hasta higiénico-sanitarias, como la reciente tensión alrededor de una extra-oficial epidemia de dengue, que ya se ha disipado (la tensión, no la epidemia). U otras quizá más peligrosas, como son las tensiones políticas, casi todas con el vecino del norte, y ocasionalmente con la vieja Europa o con nuestro controvertido continente, América Latina.

Cuando la cosa es con el norte, ambos extremos insultan y patalean, mientras nosotros, la mayoría de nosotros, los afectados del medio, los grises, nos preocupamos por lo que pueda pasar. Entramos entonces en tensiones, en este caso resultantes en tensiones sociales. Pero a la larga las dejamos pasar y seguimos nuestras vidas terrenales, cuyas tensiones y fluctuaciones son más importantes aún. Y dejamos que los extremos se entiendan (que a menudo lo hacen aunque no lo parezca) y se busquen otra querella para seguir pataleando.

Acá les llamamos rachas, quizá porque se asemejan tanto a las rachas en el rendimiento de los peloteros. Algunas veces buenas y prósperas, y otras veces adversas. No puedo describirlo mejor que Habana Abierta en su canción "Lo bueno no sale barato" del reciente disco "Boomerang".

Mira como baja y sube, como sube y baja la marea
Mira como se cubre de nubes, y mira luego como se despeja
Así que aquí seguimos, subiendo y bajando con la marea. Tostándonos con el sol o mojándonos con la lluvia, y esperando que la marea (Yemayá mediante) nos ayude a llegar a tierra firme.

PD: Debo darle crédito al cubano de la isla por la terminología de los grises del medio.

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